viernes, abril 09, 2010

Clichés

Tengo que admitirlo: frecuentemente caigo en los clichés. Cuando tomo mi cámara y busco el ángulo más extraño que exprese la emoción de un árbol, después de hacer click lo único que queda es una típica imagen de una fotógrafa frustrada. Y no hablemos de mi defecto al momento de escribir. No quiero ahuyentarlos de mi blog antes de tiempo, seguros de que no diré nada nuevo (aunque tarde o temprano suceda)

Después pienso en aquella frase que dice: "no hay nada nuevo bajo el sol", esto podría implicar que todo es cliché. Recuerdo aquella página de Internet que enumera cada uno de las posibles situaciones ficticias, tvtropes.org. Seguro que si escojo correctamente entre todas las opciones descritas, podría terminar armando mi vida.

Y finalmente llega otro recuerdo a mi, aquella fotografía, tomada por una amiga. Risa... pero era distinto a todo aquello que antes hubiera visto, ¿será la composición de la imagen, la cámara, el tiempo de exposición? Qué sé yo, no hice mucho en mi clase de fotografía.

¿Conclusión? He encontrado un contraejemplo, o será que en el fondo quiero conservar mi esperanza en la inventiva humana.

jueves, abril 01, 2010

Barco sin b, es arco.

Hay quién me dice que cada uno es constructor de su propio destino. Lamento contestar que es falso. Hay muchas circunstancias que nos pueden cambiar la vida, circunstancias fuera de nuestro control. Un evento inesperado o una enfermedad que nos guíe a un trágico final. O bien la llegada de una nueva amistad o amor, llegada que no podemos propiciar, que gire nuestro camino hacia la felicidad.

Y es cuando, a la mitad de estos pensamientos un poco retorcidos, (podría imitar a muchos otros, ocupando mi mente en algo menos trascendental y angustiante. Algo como la telenovela de la tarde) llega la idea de mi vida como un barco. Un barco que se dirige hacia el futuro, y en su trayecto está mi pasado. Pareciera que la embarcación no tiene guía, sino que sólo sigue su camino, que es conforme a las probabilidades de cada evento. Pero algo dentro de mi me induce a completar mi pensamiento según la siguiente frase:

Mi vida no es un barco a la deriva, que cambia su rumbo por las corrientes de la probabilidad.


Mi vida tiene un firme timón y un buen capitán. Y no me estoy contradiciendo. Claramente yo no puedo ser el capitán, hay demasiadas cosas fuera mi control. Pero, y según mis creencias, sí hay alguien que tiene bajo su dominio todo lo que existe para mi. Dios es el capitán. Dios es quien tiene el rumbo mi vida. Y como buen navegante, sabe llevar el barco en contra de la corriente. Porque Él es capaz de llevar mi vida en contra de toda probabilidad.

Entonces caigo en la verdad, la verdad de lo inútil que es procurar enumerar cada posibilidad y asignarle una probabilidad. Y se destruye mi desconfianza acerca de lo que habrá de suceder.

Porque a pesar de todo indicio, aunque las circunstancias me gritaran lo contrario. Si obedezco las indicaciones de mi capitán (y no ser yo misma, dentro de lo que está en mi poder, quien saboteé mi vida) estaré siguiendo un rumbo de bien.

Actualización.
Jueves 1 de Abril, 1:04 am
Ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.
1 Corintios 2:9



viernes, marzo 19, 2010

Le estamos vendiendo la vida a Internet

Para el pesar de muchos, todo lo que hagan en Internet queda registrado. Todo, todo, todito. Pueden borrarlo del historial de sus navegadores, pueden navegar en modo privado, andar de proxy en proxy, utilizar sus mejores artimañas; pero siempre hay una manera de averiguar lo que hicieron. Si lo sabré yo (risa maliciosa)

Y no piensen mal de mi. La realidad es que a veces me entero de cosas que realmente no ando buscando. Pobre de mi, ¿no? Si yo no soy chismosa, solo un poco curiosa ;)

Si se fijan, o en algún momento se fijaron, tenía un botón de StatCounter, un servicio que provee estadísticas sobre una página web. Insertas un código en tu página, y cuando alguien entra te da una cantidad impresionante de datos. Ubicación geográfica, dirección IP, enlace desde la cual entraron, recorrido por mi blog, número de veces que han entrado, tiempo de visita, página de la cual salieron. Si llegaron mediante un buscador, cuáles fueron las palabras claves que los trajeron hasta mi. Y más, no tengo la suficiente paciencia para verificar todas las opciones. Claro, también informaba el número de visitas, que se supone es su objetivo principal.

Y todos estos datos son importantes, útiles e interesantes. Yo como administradora me puedo dar cuenta de cuáles son los temas que le interesan a mis lectores, de dónde son, cosas por el estilo. Sin embargo también me hace pensar en que es demasiada información para un servicio gratuito. Esta información correctamente utilizada puede hacer llegar a muchos más datos.

He llegado al punto en el cual no importa cuántos, ni quienes me visitan. En realidad va en contra de la filosofía actual de este sitio, porque se supone que esto carece ya de interés para mi. Quiero dejar atrás esos tiempos en los cuáles verificaba cada día, cada hora, obsesivamente, si alguien visitó mi página. Por ello he quitado las estadísticas de mi blog. No quiero saber demasiado de ustedes, no quiero terminar stalkeando "accidentalmente", no quiero saber quién me ha visitado y quién no (en cierta manera, por lo que he visto, se quienes lo han hecho. Miren que poder) Respeto su privacidad, aunque esto sea inexistente hoy en día.

Sin embargo es para ponerse a pensar que tanto se guardará en nuestros recorridos por la red. No es necesario un perfil en Facebook para que alguien se entere de nuestra vida, de nuestros gustos, de quienes somos. Claro que sí definitivamente es más fácil. Pero es suficiente una conexión a Internet.

¡Cuidado! Si un día son rebeldes sin causa y una poderosa organización (a.k.a. Google) los persigue. Yo que ustedes no entraba a actualizar Twitter. Se los he advertido.

miércoles, marzo 17, 2010

El centro de Guadalajara

Algunos de los lugares emblemáticos de mi preparatoria no necesariamente se encuentran dentro o cerca del edificio donde se ubica. Gracias a la cercanía de una estación del tren ligero, podía llegar rápidamente a distintos lugares. Uno de estos era el centro de la ciudad.

Ruido, gente, velocidad, suciedad, movimiento. Lugares, personas y edificios.

Guadalajara ha dejado de ser aquella ciudad provincial de las rosas, para convertirse en un eje del occidente de México. Malos gobiernos han hecho en ella aumentar el caos. Sin embargo, conserva ese piso a cuadros rojos y blancos.

¿Un piso? Podría significar mucho más de lo que uno creería. Lo primero que llega a mi mente, de mi infancia en cualquier calle del centro, son esas baldosas. Después de todo lo que nos guía al pasado siempre son los recuerdos. Estas son parte de los míos. Rojo, blanco, rojo, blanco. Cuadritos chico dentro de un cuadro grande.

En la preparatoria, mis amigos y yo íbamos a distintas parte de la ciudad. Fuimos a plazas, a parques, a fiestas, a casas de algunos de ellos. Pero donde se han atesorado los segundos de valía, ha sido en el centro.

Aunque solo fuera a buscar un artículo, no perdía la oportunidad. Salir del tren en la estación Juárez y correr, correr para alcanzar el siguiente que salía en la linea dos. Policías no importaban, y ese pasillo que contiene pinturas lo pasábamos de largo. Entrar al vagón, y reírse porque todo era para alcanzar solo una estación: Plaza Universidad. Para salir, ¿por arriba o por abajo? Que más daba, volvíamos a correr. Y al salir al exterior, reírnos nuevamente. Luego, quién sabe que más seguía, puede que yo solo iba de chismosa a ver que hacían los interesados en aprobar una materia.

Realmente es difícil explicar la alegría que me daba caminar por López Cotilla pasando por donde venden libros usados. Ver a las personas, sus caras, lamentablemente siempre neutras o infelices. Pero a veces te topabas con alguien con una sonrisa de comercial, entonces también sonreías. Los comercios, la Biblioteca Iberoamericana. Sentarse en una banquita viendo pasar la vida. Contar las grandes confesiones de una corta vida. Gritar de alegría por una buena noticia. Caer en el pavimento. O en un hoyo. O sobre una persona. Afortunadamente no debajo de un carro o un tren urbano.

Tal vez tenga que ver con la idea que tenía concebida en la niñez sobre los jóvenes que solían estar ahí. Los veía tan felices, y yo esperaba mi momento de estar en su lugar. Llegó y lo disfruté; comiendo un cuernito, o tomando un helado.

Hay lugares que siempre invocarán buenas épocas, y mejor aún, todavía tienen suficiente espacio para guardar buenos momentos.

martes, marzo 16, 2010

¿Regresamos?

Pongo signos de interrogación porque no se cuánto me dure el entusiasmo por seguir escribiendo. Viene, se va, luego regresa, así por siempre; muestra de ello es mi historia con estos medios. Parecemos una pareja de enamorados que luego no lo está tanto, pero cuando vuelves a saber de ellos siguen de novios.

Les contaría nuestra historia nuevamente, pero ya lo hice una vez en el primer post de este, su humilde blog: http://charala.blogspot.com/2007/01/hola-mundo.html recomiendo ampliamente que lo lean, y de esta manera entiendan más mi pequeña historia.

Aquí se encontrarán mis delirios random. Si nadie los lee, no importa, al menos tuve la oportunidad de expresarme.

Está ese pensamiento que dice "en lugar de escribir aquí podrías utilizar Facebook" como un diablito en mi hombro. Pero lo ignoro completamente, porque existe algo que siempre me atará a La Charala. Justo como a los eternos novios.